Lilly
La oscuridad nos rodeaba mientras el negruzco bosque pasaba veloces más allá de la ventana.
Silencio.
La luz de la luna plateada en lo alto parecía burlarse de mí. Como si tuviera algo en contra mía.
Yo estaba sentada en el asiento del pasajero, en silencio después de unos treinta minutos de llanto histérico y lágrimas.
—Conrad escuchaba mis palabras ahogadas e intentaba calmarme —dejé que el dolor se fuera y permití que el entumecimiento me tomara. Era como un ciclo sin fin.
Dolor. Entumecimiento. Dolor. Entumecimiento.
¿Qué viene cuando el dolor y el entumecimiento ya no funcionan más?
He notado en el pasado que la ira me hacía sentir de nuevo cuando nada más lo hacía, pero ya no tenía energía para estar enojada.
No con nadie más que conmigo misma.
Fue todo mi culpa.
Mi lobo estaba sumido en el dolor, su odio hacia mí por irme, hacia todos por todo. Estaba acurrucada en una bola y gemía en mi mente.