—¡¿Quién está ahí?!
Li Qianfan se incorporó bruscamente y encendió la lámpara de la mesilla de noche con un fuerte clic.
Sin embargo, la persona que había irrumpido en la habitación de Li Qianfan no era el subordinado de Zhao Changsheng, sino Liu Ruyan.
Liu Ruyan llevaba un camisón de color púrpura claro, su rostro maduro y sorprendentemente bello teñido con un toque de rubor. Su figura seductora y voluptuosa irradiaba un encanto irresistible.
—¿Por qué eres tú, Ruyan? ¿Por qué estás aquí en medio de la noche? —preguntó Li Qianfan.
—Te extrañé.
dijo Liu Ruyan mientras saltaba sobre la cama y abrazaba a Li Qianfan con fuerza.
Un tenue aroma entró en la nariz de Li Qianfan, despertando cada uno de sus nervios sensoriales. La suavidad de su cuerpo despertó poderosas emociones dentro de él.
Las manos de Li Qianfan comenzaron a vagar sobre Liu Ruyan de manera reflexiva, agarrando y amasando donde quiera que aterrizaban.
—¿Jingying se ha dormido? —preguntó Li Qianfan.