La clase de Artes comenzó con la usual rutina, pero mi mente seguía dando vueltas alrededor de la propuesta de la profesora Emma. Un concierto escolar. ¿Estaba en serio invitándome a cantar? No me lo podía creer. Mi estómago se revolvía con nervios y, a la vez, con una extraña sensación de emoción que no había sentido en mucho tiempo.
Alex, que estaba sentado a mi lado, se volteó hacia mí con una sonrisa traviesa.
-No vas a poder escapar de esto, ¿verdad?
Me giré hacia él, intentando parecer tranquilo, aunque por dentro estaba todo lo contrario.
-No sé, Alex. ¡Es una locura! ¡Es mi primera vez en un escenario!
-Eso es lo que lo hace emocionante, Lucca. Todos los grandes artistas comenzaron de alguna manera, ¿no?
Su confianza era contagiosa, y aunque no quería admitirlo, sentí que tenía razón. Tal vez era una oportunidad para superar esa barrera de inseguridad que siempre me mantenía alejado de mostrar mi música. Pero, por otro lado, no podía quitarme el miedo de fallar, de que la gente me escuchara y no les gustara.
-No estoy tan seguro de que quiera estar frente a toda la escuela. -dije, encogiéndome de hombros.
-¿Por qué no? Si lo haces bien, te sentirás increíble. Además, si te apoyan los que realmente te conocen, ¿qué importa lo que piensen los demás? -respondió Alex, animándome aún más.
Me quedé en silencio por un momento, pensando en lo que Alex había dicho. No era la primera vez que pensaba en cantar frente a alguien, pero esta vez había algo diferente. Quizá tenía razón. Tal vez podía hacerlo, aunque solo fuera por mí mismo.
-Lo pensaré. -dije finalmente, aunque sabía que lo haría.
La profesora Emma comenzó a explicar las dinámicas del concierto, mientras mi mente seguía en lo que había dicho Alex. Esa chispa de confianza que había empezado a sentir por él hacía que no quisiera dejar pasar la oportunidad. Pero también me asustaba el riesgo.
Después de la clase de Artes, Joe se me acercó y me miró con una sonrisa.
-Oye, ¿has decidido si vas a cantar en el concierto o no?
-No lo sé, ha esque, dios es tan difícil.
-Complicado, claro. Pero me tienes a mí. Si decides hacerlo, estaré allí, apoyándote. Aunque me dé miedo verte en el escenario.
Reí, aunque estaba nervioso. Joe y su confianza en mí siempre me hacían sentir que, tal vez, todo podría salir bien.
Esa noche, mientras estaba en mi cuarto, tomando un descanso de mis deberes, me senté frente a mi guitarra. La melodía de "Lágrimas De Sangre" comenzó a sonar suavemente entre mis dedos. No pude evitar sonreír. Al final, esa canción tan personal era la que me hacía sentir más cerca de mí mismo. Tal vez era el momento de compartirla.
Al día siguiente, en el receso, Alex se me acercó mientras me preparaba para entrar a clase.
-¿Ya decidiste? ¿Vas a cantar en el concierto?
Me quedé en silencio un momento, mirándolo.
-Sí, lo haré. Aunque no puedo prometer que no me desmaye de los nervios.
Alex sonrió ampliamente.
-Eso es lo que me gusta escuchar. ¡Te apoyaré! Ya verás, será genial.
Y así, con cada conversación, con cada día que pasaba, empezaba a sentir que quizás, solo quizás, podía enfrentar esos miedos que siempre me habían detenido. Tal vez el concierto sería el comienzo de algo nuevo para mí. Algo que no solo se tratara de canciones, sino de aprender a enfrentarme a mí mismo.
El viernes llegó rápidamente. Al entrar al salón, la atmósfera estaba llena de emoción y nerviosismo. Todos estaban hablando sobre el concierto. Cuando la profesora Emma nos dio la última información, un pequeño cosquilleo en mi estómago apareció.
Alex se acercó a mí.
-¿Preparado?
-No. -dije, con una media sonrisa nerviosa.
-Lo serás. Confía en ti.
Joe también llegó, dando palmaditas en mi espalda.
-¡Tú puedes, Lucca! ¡No pienses en nada más que en disfrutar!
Me senté en las bancas del escenario mientras esperaba mi turno. Los nervios eran insoportables, pero la idea de que Alex estaba allí, animándome, hizo que todo pareciera menos aterrador.
Finalmente, mi turno llegó. Me levanté y caminé hacia el micrófono. Frente a mí, una multitud de estudiantes, algunos me conocían, otros no. Todo el colegio estaba presente.
Respiré profundo y miré a Alex, que estaba cerca de la primera fila, con una sonrisa alentadora en su rostro. Me concentré en la canción, en cada palabra, en el sentimiento que había volcado en ella hace tiempo.
Cuando las primeras notas de "Lágrimas De Sangre" comenzaron a sonar, las primeras palabras salieron de mi boca, no sin cierta dificultad. Sin embargo, algo cambió. Al ver las caras de algunos en la audiencia, noté que no estaba solo. Mi voz comenzó a fluir, y mi nerviosismo se transformó en una sensación de poder. No era perfecto, pero me sentía libre.
Al terminar, la sala estalló en aplausos. Me quedé parado, sin poder creer lo que había hecho. En ese momento, me di cuenta de algo: no necesitaba la perfección, solo necesitaba hacerlo. Y lo había hecho.
Alex se acercó rápidamente.
-¡Lo lograste! ¡Te lo dije! ¡Eres increíble! —. Dice Alex y me abraza fuertemente. Se hace hacia atrás y se me queda mirando fijamente a los ojos.
La tensión fue corta, los nervios intensos, y mis ganas de tomarlo de la cara y besarlo fueron aumentando en esos segundos.
—Em, gracias, osea, se que no fue lo más perfecto, per-
—Estuvo increíble, no digas más. Sabes, ¡a partir de hoy, eres mi cantante favorito!
—Jaja, ya, vamos, la profe me espera.
Caminamos hacia el salón de Artes, con la profe Emma, estoy muy nervioso, no se que me va a decir. ¿Y si le pareció mal mi interpretación? Alomejor no le gusto la letra, o tal vez estuve muy estático. Ah, Dios, es tan difícil.
Entramos al salón, la profe se levantó de su silla.
—Magnífico, lo sabía, ¡eres una joya Luc! —Dice la profe Emma mientras camina y me da un abrazo.
El abrazo de la profesora Emma me tomó por sorpresa. No esperaba que reaccionara así. La sonrisa en su rostro era genuina, lo que hizo que un peso se levantara de mis hombros.
—Sabía que lo harías genial, Lucca. Tienes un talento único —dijo, retrocediendo un poco para mirarme con orgullo—. Ese concierto fue solo el principio.
Sentí cómo el calor subía por mi rostro, pero esta vez no era de vergüenza, sino de una mezcla de alivio y felicidad. Las palabras de la profe Emma me hicieron creer, por primera vez, que tal vez todo lo que había dudado sobre mi música no tenía que definirme.
—Gracias, profesora —logré decir, mi voz un poco más firme de lo que esperaba.
Alex, que había estado observando la escena en silencio, se acercó con una sonrisa amplia.
—Te dije que lo harías increíble, Lucca —repitió, dándome una palmadita en el hombro—. Ahora tienes que prepararte para ser una estrella.
Reí nervioso, pero la idea ya no parecía tan lejana. No sabía lo que vendría después, pero algo había cambiado. Algo dentro de mí había comenzado a creer.
—Am, te quería decir algo. —Dice Alex viendome a los ojos.
Por mi mente pasaron muchas cosas, y si talvez me diría que le gustó, que tiene sentimientos por mi, o que tal vez quiere que salgamos, o una cita.
—Dime, que- que pasa.
—Quieres... Am, ¿quieres ir a mi casa mañana? Tal vez y podamos tocar tu canción y la mía, ¡con mis instrumentos!
Me quedé tieso, con una sonrisa en mi cara y dije acepté con la cabeza.