Y justo en ese momento, Lin Song levantó la vista y se sorprendió al ver a Ling Feng entrecerrando los ojos y saludándolo con la mano.
Lin Song saltó sorprendido. No podía creer lo que veían sus ojos, frotándolos mientras un odio fulgurante brotaba.
—¡Ling Feng, eres tú! —Lin Song apretó los dientes, escupiendo con rabia—. ¡Tienes la osadía de mostrarte ante mí, tú...!
Feng Xin vio que su hijo parecía agitado y al mirar la cara de Ling Feng, pensó que le resultaba vagamente familiar.
—Song'er, ¿qué está pasando? —preguntó Feng Xin.
—¡Fue él, él es el que me rompió la pierna! —Lin Song apretó los dientes, dijo fríamente.
—¿Qué? —Los ojos de Feng Xin se abrieron de par en par—. ¿No se te rompieron las piernas a causa de un accidente de carreras de autos? ¿Cómo es que alguien te las rompió?
El rostro de Lin Song se puso pálido. En su prisa, había olvidado las instrucciones de su padre y había revelado la verdad sin pensar.