—¡Ustedes dos váyanse al diablo de aquí! —En ese momento, Ling Feng y An Lan escucharon la voz de Lobo Dragón—. El demonio está muy débil, pero todavía no es alguien con quien puedan competir. Si se ven atrapados en nuestra batalla, si viven o mueren será cuestión de suerte.
Ling Feng y An Lan intercambiaron miradas. Aunque tenían muchas preguntas en sus corazones, también sabían que ahora no era el momento para eso. Apoyándose el uno al otro, se retiraron lentamente del círculo de batalla.
—Demonio, has vivido demasiado tiempo. Ahora es el momento para que desaparezcas completamente de este mundo —dijo Lobo Dragón, balanceando su cola detrás de él, mirando al Demonio Mammon—. ¡Deberías saber que esta vez no hay escape para ti!
El demonio soltó una risa siniestra.