Inoue Sakura siguió el sonido hasta el segundo piso del ático, donde encontró a un anciano de rostro amable sentado en el centro, mirándola con una mirada cariñosa —¡El parecido es increíble! ¡Eres la viva imagen de tu madre! Pero en un abrir y cerrar de ojos, han pasado veinte años... ¡Ay, pensar que esas bestias, solo por la posición del Líder del Clan, en realidad cometieron actos tan atroces!
Al escuchar las palabras del Gran Anciano, los ojos de Inoue Sakura se enrojecieron, mientras parecía ver el fuego que había devorado a sus padres.
—Ven aquí, niña, y siéntate a mi lado —dijo el Gran Anciano suavemente.
Inoue Sakura hizo lo que se le dijo, y solo cuando se acercó se dio cuenta, para su sorpresa, de que al Gran Anciano le faltaban las piernas. ¿Podría ser que el Gran Anciano no tiene piernas?
Inoue Sakura quedó algo impactada; ¡la Tía Haruko nunca le había mencionado esto!