Ling Feng naturalmente no permitiría que Klau tomara las vidas de las personas restantes, pero ¿cómo podría rescatarlos a todos? Por un momento, Ling Feng no pudo pensar en una mejor manera.
—¡Ah, claro, tengo unos invitados aquí que creo que te interesarán mucho! —dijo Klau mientras chasqueaba los dedos, y entonces en la gran pantalla se mostraron las imágenes de tres chicas: eran Yun Hanrui y sus compañeras.
Una pesada sensación se hundió en el corazón de Ling Feng: el peor escenario posible aún se había materializado. ¡Yun Hanrui y las demás estaban efectivamente en el Centro Comercial Oriental y habían sido capturadas!
—Si no me equivoco, Catherine es tu mujer, ¿verdad? —rió Klau con una sonrisa astuta—. ¡En realidad, me gustaría mucho disfrutar del sabor de la hija de un instructor!
—¡Estás buscando la muerte! —la respiración de Ling Feng se tornó pesada.
Klau sonrió levemente.