El Rey Serpiente de la India no sabía que las fuerzas de la Organización de la Libertad fuera ya habían sido subyugadas. Siguiendo las instrucciones de la Serpiente del Desierto, llegaron a la Tumba del Rey del Faraón Keops, donde dos filas de ataúdes negros estaban colocados alrededor de la cámara.
—¡Este lugar me da una sensación escalofriante! —el Rey Serpiente de la India frunció el ceño. Desde que entró en la Pirámide, sintió una mirada oculta y tenue observándolo. ¡Cuanto más se acercaban a las cámaras internas, más fuerte se volvía esta sensación!
—¿Podría haber algo poderoso acechando en las sombras? —murmuraba para sí mismo. Si no fuera por su inmensa autoconfianza y si no hubiera sido incapaz de rechazar la oferta de la Organización de la Libertad, no hubiera estado dispuesto a entrar en la Pirámide.
Pero después de adentrarse en la Tumba del Rey, no había otros caminos a tomar, lo cual hizo que el Rey Serpiente de la India se sintiera confundido.