Dos horas después, el avión aterrizó en una pequeña isla. Esta isla estaba bajo el dominio del Ojo de Dios. Aunque era pequeña, tenía todo lo que uno podría necesitar. En el centro había un bullicioso distrito comercial, mientras que las áreas circundantes estaban llenas de vegetación y jardines. Desde lejos, realmente parecía un paraíso escondido del mundo.
El aeropuerto de la isla ya estaba lleno de aviones, y quienes desembarcaron eran representantes de las principales fuerzas del inframundo.
Al bajar del avión, el personal de la isla se les acercó inmediatamente. —¿Son ustedes los representantes de la Puerta Divina? —uno de ellos preguntó.
Catherine asintió. —Así es, representamos a la Puerta Divina. ¡Aquí están nuestras invitaciones!