Reuniones y Labores

Perspectiva de Narka:

La noche anterior no pude dormir como me hubiese gustado, esa tienda me dejó con un severo dilema en el espacio.

¿Cómo pueden haber tiendas que aparecen y luego aparecen por arte de magia?, creo que eso nisiquiera es magia, pero ya que... Las cosas pasan.

A la mañana siguiente de mi gran dilema sobre el espacio-tiempo me desperté 10 minutos tarde de lo habitual en mi rutina, lo que me dejó desconcertado pero no duró mucho.

Me levanté y me fui al baño para realizar mi respectivo aseo personal, una vez terminado mi aseo me fui a la cocina para preparar mi desayuno.

Algo bien punche y que me dará energías.También les preparé el desayuno a mis padres que aun estaban dormidos, les llamé a la puerta para decirles que sus desayunas están listos y me dijeron que en unos minutos salían.

No entré a su cuarto porque... No quiero tener que ver ese tipo de escenas mañaneras, tal vez cuando esté casado tendré ese tipo de momentos vergonzosos.

De tan solo pensarlo me dejan la piel así bien de gallina, dejando ese tema de lado. Salí de mi hacienda temporal con una ropa ligera, estoy saliendo a trotar, no a hacer algo importante.

Caminé como calentando hasta llegar a mi tienda la "Magic ark". No entré porque ese no era mi plan, así que cuando pasé mi tienda comencé a trotar.

Habré pasado mi casa y por la tienda unas 4 veces, y en la cuarta pasada fue grande mi sorpresa al ver a aquella sanadora de ese día jugando con unos niños al frente de mi tienda.

Para evitar reencuentros bochornosos, pasé por el lado derecho de mi tienda para que la sanadora no logré verme, creo que no me vio así que fue todo un éxito.

—Eso estuvo cerca... Si nos hubiéramos cruzado cara a cara no sabría que decirle.

"La joven sanadora que estaba jugando con aquellos niños en una mañana muy fría, a pesar de rebosar de una gran sonrisa, en su cabeza resonaba un pensamiento melancólico."

—(Donde... Donde podria estar aquel joven que dio eso tan valioso.)

"Se preguntaba constantemente donde podría estar aquel joven que le dio aquella moneda de platino y a la vez la salvó de una ruina económica. ¿Lo estará buscando para agradecerle? ¿o es que acaso aun sentirá odio?, quien sabe..."

Terminadas diez pasadas por mi casa y la tienda, decidí volver a casa, pero no para quedarme ahí, sino para cambiarme de ropa a una un poco más formal ya que iba a ir a mi tienda a supervisar un poco.

Cabe mencionar que el desayuno que les serví a mis padres ya estaba devorado completamente, y pude verlos, mi padre estaba leyendo el periódico mientras que mi madre estaba leyendo una revista de moda en la sala, no entiendo ese tipo de revistas, ¿que tienen de especial?.

Los saludé y entré a mi habitación para cambiarme de ropa, una vez cambiado les dije a mis padres que iba a salir a la tienda a lo que ni uno se negó y solo me dijeron que me cuidara. Menos mal que no se dieron cuenta del traje sucio que dejé por la sala, aunque estaba envuelto en papel, eso me salvó.

Estaba llegando a mi tienda, ya eran las 7 de la mañana cuando estaba llegando a la tienda.

Cuando estaba apunto de tocar la perilla y pasar, mi mano se encuentra con otra, subí mi mirada para ver quien era, y era Cecil que estaba un poco somnolienta.

—¿Eh...? ¡Ah! ¡Muy buenos días jefesito! ¡pase usted porfavor!.

—Ah, buenos días Cecil, no te preocupes y pasa tu primera, al final tu vienes a trabajar ¿no?.

—¡Muchas gracias jefe! ¡espero no incordiarlo!

—Jejeje...

Y así Cecil pasó primera y yo último, por lo que veo a pesar de que Cecil es mi mayor, es solo un poco más alta que yo, como unos 3 centímetros exagerando.

Me dirigí al mostrador, lugar donde supuse que iba a estar Isolde.

Acerté pero a medias ya que frente a ella estaba un hombre joven que tenía en su espalda un saco de mendigo.

Me extrañé y me pregunté quien era aquel hombre, hasta que Isolde se percató de mí y me saludo.

Me acerqué al mostrador y pregunté por aquel sujeto con un saco extraño, esperaba una respuesta por parte de Isolde pero quien me respondió fue aquel hombre.

—Buenas, buenas jefe. Soy el nuevo abastecedor y hermano de Byce, el dolido abastecedor anterior.

—Buenos días igualmente... me puedes explicar, ¿por que llevas trapos sucios en lugar de ropa?, ahora que recuerdo, no sabía que Byce tuviera un hermano.

—¿Te refieres a esto? es lo que siempre llevo puesto, me gusta este estilo. Sobre eso, mi hermano suele ser demasiado reservado, apuesto a que nunca le dijo que tenía una familia, ¿verdad?.

—¿¡Que...!?. La verdad es que nunca nos cuenta sobre su vida, de haber sabido que tenía una familia su pago por cada objeto mágico hubiera sido el doble, ¿Acaso no confía en nosotros?.

—No creo que ese sea el problema, el siempre hace eso. Guarda sus problemas y se mantiene como un extraño.

—Cuando se recuperé le daré un bono... Me siento mal por no preguntarle sobre sus cosas.

En medio de mi pena, Isolde me habló y me subió los ánimos.

—¡Sir Narka!, ¡esto no es su culpa!, ¡usted que no vive y no tiene tiempo para estar en la capital, no debe de asumir esa culpa! ¡la culpa recae en mi y en Cecil por no establecer vínculos con Byce!, le ofrezco nuestras disculpas.

—¡Oye por que me incluyes a mi! que ese tal Byce sea muy cerrado no es mi culp-

—¡Ven aquí o voy por ti, enana!

—¡Ca-calmate po-pofavo!

Cecil no tuvo nada que hacer ante la amargura intimidante de Sol y encogió para que no chocarán frentes, podrá ser alguien elegante y una mujer refinada pero cuando se enoja... pierde totalmente el sentido común.

Isolde se disculpó agachando la cabeza junto a una Cecil que estaba aún con pánico y miedo, se le veía en su carita palidecida.

No pude evitar soltar una pequeña risa al ver la cara de miedo que tenía Cecil.

Acepté sus disculpas y les dije que ellas no tenían la culpa de nada que yo era el único responsable esperando que no surgiera ninguna terquedad de parte de las dos.

Felizmente para mi, Isolde y Cecil me entendieron y no dijeron nada más que un .

Después de todo eso regresaron a sus respectivos puestos, Cecil limpiando y supervisando la entrada, y Sol en el mostrador ordenando su espacio.

—Oiga, jefe.

—Dime... no me dijiste tu nombre, ¿verdad?

—Es verdad, soy Bince.

—Muy bien, ahora si dime que querías decir.

—Jefe, ¿Isolde siempre es así? Le pregunto por qué es la primera vez que la veo y la primera vez que la veo así.

—Naaaah, tu no preocupes. Solo haz lo que ella te ordene y cumple con tu trabajo, no la querrás ver enojada hasta ese extremo, créeme yo ya lo he vivido.

—...Como usted diga jefe. Iré a la iglesia de la capital a orar para que no me pase eso, imploraré a los dioses para no ver tal escena de Isolde...

—Jejejeje, suerte con eso.

Bince se puso rígido cuando le advertí sobre la ira de Isolde, tragó saliva para aclarar su garganta a la hora de hablar.

Eso fue lo que más me causó gracia, pero no quería reírme tan fuerte.

Cuando estaba riéndome en silenció, una persona entró en la tienda. Por lo que me despedí de Bince y las chicas, consolé un rato a Cecil hasta que se calmara y ahora si me fui para dejarles trabajar.

No tenia rumbo fijo, así que me vi obligado a deambular por las vivas calles de la capital.

Con los ojos obviamente despiertos para evitar toparme cara a cara como aquella sanadora, como vuelvo a repetir, no sé qué le diría.

Y bien, con eso pegado en mi mente decidí explorar un poco la capital, no tengo nada que hacer tampoco.

Uno de los lugares que más me generaban ganas de ir es un restaurante que no vi la vez anterior que vine a la capital.

Bueno, en verdad solo estaba caminando y vi ese restaurante, fue algo fulminante en aquel momento.

Su nombre era algo extraño, era una conjugación entre dos palabras, algo que no se veía a menudo.

Normalmente los restaurantes llevan nombres de personas o lo que se le ocurra al fundador, pero esto es muy original.

Es la primera vez que veía un restaurante con un nombre así.

Lleva de nombre "PizzaTower". No escuche hablar sobre un alimento llamado pizza, debe ser alguna invención de un cocinero que se puso creativo.

A parte del nombre en si pude ver que tenia tres pisos, debe ser un restaurante que ganó mucha popularidad en poco tiempo.

Entré pisando una alfombra que ponia "Bienvenido" y cuando abrí la puerta pude escuchar un tipo de campana resonar cerca mío, no pude determinar de donde provenía así que seguí de largo.

Aquel restaurante estaba medio lleno, habían muchas personas alrededor.

Si miraba de frente podía ver lo que parece ser la... ¿cocina?, ¿o mostrador?, bueno ya que.

El mostrador parecía estar conectado indirectamente a la cocina, ya que detrás del mostrador estaba aquello pero lo tapaba un pared de madera bastante oscura. Me gusta su diseño.

Y lo mejor es que tiene un baño, uno para hombres y otro para mujeres.

No todos los restaurantes tienen baño y mucho menos uno para cada género respectivo, normalmente los restaurantes acaudalados son los que normalmente tienen baños, y solamente uno.

Pero este no parece uno que sea acaudalado...

"Mi madre siempre me decía que no hay que juzgar un libro por su portada, así que mejor me siento y ordenó algo."

Antes de que me decidiera en donde sentarme, una señorita se me acercó.

—Buenos días joven, si me permite, sigamos hasta el segundo piso porfavor.

—...Está bien.

Seguí a aquella chica al segundo piso de este restaurante.

Le dije <¿Que es lo que sirven en este restaurante?>. Y me dijo que este local no está catalogado como restaurante sino como pizzeria, le pregunté por el significado de esa palabra pero solo me dijo:

—Ya lo descubrirás, por ahora siéntate donde gustes y trata de que los nobles no te juzguen.

—¿Dijiste nobles?

Miré a mi alrededor indiscriminadamente y habían muchos nobles alrededor mío, hubiera deseado el primer piso.

Creo que aquella señorita me trajo aquí únicamente por mi vestimenta, no suelo vestir ropa cualquiera así que eso me delató como alguien acaudalado.

Me calme y me senté en una mesa cerca a mi. La señorita me dio el menú y me extrañé al ver los platillos.

—Disculpe señorita, ¿no sirven otro tipo de platos?

—Esa pregunta no se hace, joven.

—¿Eh?

—En un puesto de manzanas, venden manzanas. En uno de tomates, venden tomates. Y en una pizzeria...

—No se lo que es eso.

—Ahh... bueno no es de extrañarse, hace poco que abrimos.

—Ya veo...

—La cosa es que aquí servimos únicamente pizzas. Puede pedir la que usted quiera y le guste, tenemos diferentes tipos.

—¿Y cuales son esos tipos?

—por ejemplo: Hawaiana, americana, bolognesa, margarita, carbonara y muchas más que están en la carta. También tenemos un servicio de personalización para aquellos dementes que les gusta dulce con picante, a cualquier duda siéntase libre de consultarla.

—Wow eso si que es variedad. Creo que me voy a quedar con...

La verdad es que no se cual escoger todas se ven exactamente iguales, o soy yo que no tiene conocimiento sobre estos platos.

Al final le pedí a la señorita cual me recomienda, me recomendó la pizza americana.

La ordené sin dudar, pues era mi primera vez probando esta comida.

Mientras estaba esperando mi comida, escuché murmullos de los nobles a mi alrededor.

—Oye, ese no es el "Joven Dragón rojo".

—No lo he visto en persona, pero es realmente atractivo para su edad.

—Opino lo mismo, quisiera que mis hijos hubieran salido como el.

No se de que están hablando esas dos mujeres pero seguro me deben de estar insultando, carajo malditas viejas consiganse una vida.

Después de tanto estar soportando aquellos murmullos de los nobles que me rodeaban, finalmente llegó mi plato.

—Aquí está lo que ordenó joven, una pizza americana, tamaño personal. ¿Gusta pimienta y picante?

Lo pensé un momento, ¿enserió se está usando pimienta en este plato? No solo es pimienta sino también picante, habrá que probar primero.

—Si, esta bien.

—Muy bien, se lo dejó aquí y que tenga buen provecho.

—Gracias.

Ya con mi plato en la mesa procedí a dar el primer bocado a uno de los cinco trozos triangulares. Tenía la textura de un pan, debe de estar hecho con harina.

—¡Carajo, está sabroso!

No pude contener la alegría y emoción al probar un bocado de esta pizza.

Era realmente deliciosa, aquella masa que se estiraba y se derretía era deliciosa, los círculos de carne que estaban por toda la pizza era deliciosa, la textura a pan también era deliciosa.

Seguramente todo lo que mencioné lleva un nombre pero yo no lo sé. Olvidándome de la etiqueta empecé a devorar la pizza.

Ya solamente me quedaba un trozo y veía a las especias con ojos dudosos.

—¿Los agrego o no los agrego?

Esa fue la pregunta que circulaba por mi cabeza, ¿y si después de agregar algunas de las especias no me gustaba?

—échale un poco de cada uno, no te arrepentirás a menos que seas de lengua sensible.

—¿Que?

Una persona extraña se sentó frente a mi, no sentí cuando se acercó ni cuando se sentó, debí de estar totalmente perdido en mi pizza.

Aquel extraño llevaba un gran gorro de chef y un mandil blanco también sobre un playera negra manga corta.

—Haz lo que te digo.

—Quien ere-

—Solo hazlo.

—ahh... esta bien.

Agregué la pimienta y el picante en la última rebanada de pizza que me quedaba, un poco de cada uno pero un poco menos del picante porque... simplemente no quiero que me arda la lengua, eso es todo.

—uhm, ¡está aún más delicioso!

—Yo que te dije.

La pimienta le daba un poco más de peso y sabor, y el picante... pues picaba, que más puedo decir, solo me gustó la pimienta.

Pero dije nada sobre el picante al respecto para aparentar.

—Por cierto, ¿quién eres?

—¿Yo? Me llamo Peppino Spaghetti, dueño de este local.

—Pero si eres el chef, como puedes ser el due-

—¿¡No puedo ser el dueño y un chef a la vez!? ¡soy el maldito dueño ¿sabes?! ¡iahhh!

Me quedé sin palabras ante la reacción de Peppino spaghetti, chef y dueño de "Pizza tower"

No esperaba que se alterará, le molestó bastante ese comentario mio.

—Oye amigo, cálmate ¿si?, disculpa por lo que dije.

—Ahhh... perdóname a mi por responder de esa manera, pero en verdad, ya van siete veces que me menosprecian de esa manera, más esos estúpidos nobles, ¿qué carajos tienen en la cabeza?, se creen reyes por ser adinerados peluquistas de mierda.

—¿"Peluquistas"? ¿Esa palabra tan siquiera existe?

—¿Acaso no ves a esos ancianos que llevan cabello? Con eso me refiero a sus tontas y putridas peluquitas.

—Ya entiendo, la gran mayoría de nobles que quedan pelados por la edad suelen llevar peluca para tapar su calvicie, es algo ridículo que causa risas.

—¿¡Verdad que si!? Desde que construí esta pizzeria me fue bien, hasta que empezaron a llegar esos estupidos nobles, me obligaron a construir un segundo y tercer piso ¡con mi dinero! ¡ nisiqueira y financiaron la construcción! porque ¡según ellos! no querían comer junto a los plebeyos.

—Siempre a sido así, los nobles juzgan a los plebeyos por no ser como ellos, es indignante la primera vez que lo ves. Pero así como hay nobles racistas, también hay nobles de corazón como tal. Así que no les hagas caso a esos idiotas y atrae más a esos nobles que no se les sube el humo.

—Ohhh no te pareces a ellos en nada, y eso que los niñitos nobles son una pesadilla. Hubo una vez en la que una familia de nobles había, como no conocían la pizza, les expliqué de que estaba hecha y lo suficiente para convencerlos para que se quedarán a comer, pidieron una pizza carbonara, les serví y los problemas no comenzaron hasta que su niño empezó a hacer un berrinche estúpido, me dijeron que el huevo horneado que estaba en el centro no se gustaba a su hijo, se acercó a mi toda la familia para reclamar eso pero que querían que hiciera, simplemente no se coman el huevo y no habría problemas, ¡pero no! Ese estúpido chamaco hizo todo eso para joderme, se le veía en la cara y en esa sonrisa fétida, le encargue eso a mi sobrina ya que que ocupado en la cocina, cuando habia terminado con la cocina fue a ver si el problema ya estaba arreglado y me encuentro con que habían llamado a los guardias de la capital por esa ¡mierda!.

—Oye viejo, pues tu si que tienes problemas para lidiar con la ira eh.

¡¿Por que me quedé a escuchar una de sus historias de este señor!? Es bastante raro pero me agrada.

—Tienes razón, lo que más me molesta es que casi me clausuran la pizzeria por insalubridad... ¡De donde mierda se sacaron ese cuento! ¡maldita sea, recuerdo ese momento y me da ganas de matar a esa estúpida familia!

—¿Pero como lo solucionaste? ¿Acaso sobornaste a los guardias?

—Solamente le mostré al inspector que mi local está chillando de limpio.

—¿Y que paso con esa familia? Les pagaste una indemnización o que.

—Simplemente jugué a su juego.

—¿Como así? ¿A que te refieres?

—Les planté uno de los objeto de la cocina muy valioso y los acusé de robo, mi sobrina testificó a mi favor así que ellos tuvieron que devolverme el supuesto objeto robado y también una indemnización en monedas de oro, ¿no es algo satisfactorio?.

—Diablos viejo, tu si que eres rencoroso... y un poco avaricioso diría yo.

—Oye me olvide comentarte algo.

—¿Qué es lo que se te olvidó?

—Hace rato cuando habías gritado, todos esos nobles te habían escuchado y no dejaron de mirarte con esa cara de culo.

—¿Viejo, me estás jodiendo?...

—Es la verdad, míralo por ti mismo.

Di una mirada disimulada a mi alrededor para ver a los nobles que me rodeaban y, me di cuenta que Peppino tenía razón.

Todos esos nobles tanto hombres como mujeres no me quitaban los ojos de encima, no sabía dónde esconderme de esas miradas y su juzgar.

Estaba tan avergonzado que cada que hablaba me temblaba la voz y la tenia más aguda.

—Pe-pero po-por que a ti-ti también no-no te miran así, si-si t-tu también grita-ta-taste.

—Es porque puse una barrera anti-sonica en nosotros dos, nadie nos escucha ahora mismo, ni a mi ni a ti.

—¿¡Que!?, ¡eso es un injusticia!.

—Oye niño, tranquilo no es mi culpa que seas tan expresivo.

—Tierra, tragame...

Solo quiero que la tierra me trague y me haga olvidar este momento tan bochornoso.

—¡Señor Peppino!.

—mmh?. *shak*

Antes de recuperarme de la vergüenza escuché una voz que llamaba al señor Peppino y, cuando la voz se acercaba Peppino chasqueo los dedos por alguna razón, no se porque lo hizo.

—¡Señor Peppino! que fue eso, lo escuché hasta el primer piso y vine lo más rápido que pude, aunque estaba algo ocupada.

—Ey ey tranquila, solo estaba conversando con este joven.

Aquella chica era la señorita que me guió hasta el segundo piso y la que me recomendó la pizza americana.

—¿Que, tu? pero si te dije que no hagas nada para que los nobles no te juzguen.

En verdad no me dijo eso pero lo que quiere decir está claro. Aunque... como pudo escuchar a Peppino si estábamos bajo una barrera anti-sonica

—Lo siento, no me pude contener ante el delicioso sabor de esta pizza.

—Debe ser tu primera vez, trata de tranquilizarte y no hagas tonterías, no lo digo únicamente por nuestra imagen como negocio sino también por ti, debes ser un noble importante ¿no?.

—Algo así...

Esta chica tiene razón, no solo trata de cuidar el negocio sino también a sus clientes y su imagen, a menos que el cliente sea un completo idiota como la familia de la que me contó Peppino.

—Ey mocoso.

—¿Eh?

—Hace rato te mencioné a mi sobrina ¿verdad?.

—Pues si...

—¡Pues te la presento!, su nombre es Peppina y hace un par de días se convirtió en una jovencita hecha y derecha.

—Señor Peppino ¿quién es en verdad este chico?

—Nadie en especial, solo me cayó bien y charlamos un rato, eso es todo.

—Pero señor ¿Y la cocina? no me diga que la dejo sola.

—Ella solo sigue las formalidades, no pienses que es alguien con carácter fuerte.

—Ya veo...

—¡Tío, ya deja de tontear y ve a la cocina porfavor!

—No te preocupes por eso, Noise se está haciendo cargo.

—¿Es enserió?

—Es enserió...

Peppina se quedó mirando fijamente a Peppino con una seriedad que ya se notaba en el ambiente, cosa que me dio mal presentimiento.

—¡Tío, si el señor Noise tiene el triple de trabajo de que nosotros dos! ¿¡Por que le pusiste una carga extra!?

—¡Me la debe de cuando estábamos en la torre! Sino fuera porque me apiadé de él—

—...

Cuando Peppino iba a completar lo que estaba diciendo, la señorita Peppina dio un golpe en la mesa y miró fijamente a Peppino nuevamente, esta vez Peppino estaba nervioso y sudando.

Las mujeres enojadas en verdad dan mucho más miedo que cualquier otro monstruo existente.

Lo sé porque las veces que no le traía ni un regalo a Luna ya que se me olvidaba en el carruaje o se me olvidaba empacarlo.

Ella no me hablaba por días y nisiquiera me quería ver, tenía que pedirle perdón para que me perdonara el hecho de que se me olvidaba su regalo.

Pero cuando se daba cuenta que no había ni un regalo para ella, pude ver en sus ojos que me quería enterrar vivo, no podía mirarla a los ojos por el miedo.

—¡No quiero que me pongas excusas, Tío! ¡el pasado está en el pasado y se queda ahí!

—Pero yo...

—¡No me importa! ¡quiero que vayas a la cocina y hagas tu trabajo como el chef que eres! ¿¡O acaso tienes un titulo de cocina por nada!?

—Phina, porfavor cálmate recuerda que soy tu tío- ¡Auh, auh!

Cuando me di cuenta la señorita Peppina estaba jalando una de las orejas de Peppino.

—Joven, me disculpo por lo que acaba de presenciar, esto es solo una medida disciplinaria.

—Entiendo, entiendo....

—Oye mocoso no me habías dicho tu nombre- ¡ayayay!

—Me llamo Narka, Narka Mierlodiripha.

—Narka eh, me pone contento que una celebridad haya visitado nuestro negocio.

—Jejeje, soy un poco popular.

—Y que lo digas, no pensé que fueras el "Joven Dragón rojo". Bueno, que tengas un lindo día, nos vemos.

—¡Auh, auh! ¡ayayay!

—Espera.

—¿Ah?

—¿Puedo pedir una pizza aun más grande?

—¡Claro! ¡enseguida te la traigo!

—¡Auuuuh!

—Jejejeje.

—De que mierda te ríes- ¡Aaaaauh!

La señorita Peppina con una calida y brillante sonrisa me respondió, a la vez que no pude aguantar la risa al ver a Peppio ser humillado de esa manera.

Esperé unos minutos por mi pizza, impaciente ya que no dejaba de escuchar los murmullos de los nobles.

Para ser unos viejos de mierda si que saben rajar muy bien de las demás personas, diablos, Peppino ya me pegó su vocabulario soez.

—¡Aqui está! una pizza americana familiar. Serían cinco monedas de plata entre lo que ordenó aquí y para llevar.

—aquí está, tome.

–¡Muchas gracias! ¿Quieres que te acompañe a la salida?

—Suena bien.

—¡Muy bien!

Peppina se ofreció a acompañar hasta la salida de la pizzeria, ¿me querrá decir algo o solo es cortesía?.

Ya estaba en la salida junto a Peppina, me despidió con una sonrisa, pero cuando ya me estaba yendo a mi casa con la pizza en mano...

—¡Esperé joven Mierlodiripha!

—¿Que?

La señorita Peppina me llamó y me detuvo de sorpresa, algo a lo que me extrañé.

—Espere, porfavor.

—Dime que es lo que pasa.

—Es solo que...

—¿Que?

—¡No quiero que pienses mal sobre el señor Peppino!.

—¿eh?

—Yo y el señor junto al señor Noise hemos pasado por muchas dificultades en estos últimos siete meses que llegamos a este mundo, el señor Peppino ya había perdido la cabeza hace mucho tiempo, pero ahora tiene una condición que le hace cambiar de personalidad por un tiempo limite. Hemos tenido muchas dificultades por su condición pero en ningún momento desde que le detectaron esa condición, no ha mostrado otra personalidad que no sea la de siempre.

—Me compadezco del señor del señor Peppino, de Noise y de ti. Pero no que te refieres con que "desde que llegamos a este mun-

—Lo entenderás con el tiempo. Solo te pido que no seas malo con el señor Peppino, el a pesar de tener esa condición a sacado a delante a esta pizzeria junto a todos nosotros.

—Entiendo, pero en ningún momento pensé mal de él.

—¿Que?

—Será excéntrico y alguien grosero, pero no veo ningún rasgo de mala persona en el, cuando hablábamos me pedía disculpas cada vez que pensaba que hacía algo malo y además compartimos el mismo odio hacia los nobles basura, no hay razón para que piense mal del señor Peppino.

—...

—Señorita Peppina...

—...

—¿Señorita Peppina...?

Peppina se quedó en total silencio, intenté llamarla para averiguar si le pasaba algo pero no me respondía.

—¡Gracias!, ¡En verdad, muchas gracias!.

—(¿¡Eh!?)

Fue lo primero que dije en mi mente al acercarme a Peppina y ver que habían lagrimas escurriendo de su pálido rostro.

—Oy-Oye, tranquila ¿si? no tienes porque llorar, solo... tratale bien al señor Peppino ¿esta bien?.

—...¡S-Si! ¡haré mi mejor esfuerzo!

—Toma, te daré mi pañuelo, secate las lágrimas y lávate la cara, nadie quiere ver llorar a una cara bonita ¿sabes?.

—Gracias, ¡Vuelve pronto! ¡estaré cuidando tu pañuelo!.

Y así me despedí de Peppina, voy a volver mañana o pasado mañana por el pañuelo.

Dicen que los tiempos difíciles hacen a personas fuerte y el señor Peppino es un ejemplo de ello, a pesar de que se le presente muchas dificultades el no ha caído.

Supo afrontar esos problemas y superarlos, es una buena representación para un héroe.

Muchos de los aventureros no logran sobrevivir ante la adversidad y terminan decayendo en vicios o algo mucho peor, la muerte.

Peppina fue una de las razones del señor Peppino para no caer ante los problemas, al ser su sobrina y el único pariente cercano que conozco de Peppino... me olvidaba de Noise, tal ves el sea un familiar de Peppino y Peppina.

Ahhh...Quisiera tener la determinación y resiliencia del señor Peppino, seguro que con esas fortalezas podría llegar a ser alguien grande.

Cuando ya llegué a mi casa les di la pizza americana a mis padres para que la probaran.

Como era de esperarse, les encantó y me pidieron que vaya a comprar otra del mismo tamaño, a lo que me negué rotundamente ya que habían almorzado ya.

Y una subida de peso en mi madre la perjudicaría bastante entre tanta formalidad.

Y sin tener nada que hacer, me quedé en casa leyendo un libro que hasta ahorita no terminaba, tiene el grosor de una pared de concreto, no miento.

Lo leí hasta que mis ojos me fallaban que fue donde me dormí.

Cuando estaba durmiendo y teniendo uno de los mejores sueños de mi vida, siento que mi mundo empieza a temblar.

Eso me despertó y cuando abro los ojos veo a mi padre sacudiendome para despertarme, le pregunté que pasaba.

—¿Narka, vas a ir con nosotros?

—¿A donde?

—...

—¿Que? ¿Pasa algo?

—Si serás tarado, hoy tengo que reunirme con el señor Rafael Tariuzu y tu madre y tu me van a acompañar.

—No se cuando te habré dicho eso, déjame dormir.

—...¡Levántate de una buena vez!

—Esta bien, esta bien.

Mi padre el señor Glen, me jaló mi frazada calentita y como tenía cerca mío el libro que estaba leyendo, me golpeó en la cabeza.

—¡Aaauh! Que fue eso.

—Para que no pones las cosas en su lugar cuando no las estas usando, cuantas veces tengo que repetirtelo, Narka.

—Esta bien, era una broma... Si te voy a acompañar a esa reunión con el señor Rafael.

—Muy bien, alistate que tu madre y yo te vamos a estar esperando afuera, date prisa si no quieres que te dejemos.

—Si, si. Ahora bajo.

Me cambié y me puse una ropa adecuada para la ocasión y me eché encima una loción por si las moscas.

La verdad es que no se para que vamos a ir la mansión del señor Rafael Tariuzu, mi padre no me dijo nada acerca de eso, solo me dijo que tenía unos asuntos de los que hablar con el.

Ya veré que es lo que pasa ahí, bajé para reunirme con mis padres y nos esperaba una carroza que nos iba a llevar a la mansión del señor Rafael.

—¡Tanto te demoras ahí arribas! ¡Dios, apúrate un poco ¿no?!.

—Mamá, no me grites porfavor que aún ando dormido.

—¡Entra de una vez y déjate de tonterías!

Juro que conté los minutos que me demoré en alistarse y no fueron más de cinco minutos, mi madre piensa que llevo una hora alistandome, la verdad no lo entiendo.

Y eso que esta no es la primera vez, siempre le parece bastante poco tiempo.

Nos subimos todos a aquella carroza que nos esperaba afuera de nuestra casa y partimos a la casa del señor Rafael.

No está muy lejos pero no podemos ir caminando, mi sentido de chico adinerado me dice que eso es de pobres.

Me sigo preguntando, ¿de que querrá hablar el señor Rafael con mi padre?