Al oír esto, los párpados del Hermano Gato Negro parpadearon con molestia. ¿Acaso este tipo se estaba burlando de él?
—¿Y qué si tengo un arma? ¡Yo también tengo una! —dijo Hao Jian con desenfado.
—¿Tienes un arma? —Hermano Gato Negro estaba atónito. Las armas estaban prohibidas, difíciles de conseguir, ¿y Hao Jian tenía una? ¿Quién demonios era él?
—Claro que sí. Todo hombre tiene un arma. Es tan poderosa que sumerge a todas las mujeres en ella, logrando un efecto irresistible —dijo Hao Jian con una mirada lasciva.
Al oír esto, Qin Bing lanzó una mirada furiosa a Hao Jian, el desgraciado atreviéndose a bromear así.
Pero Jessica estalló en carcajadas. No solo no lo encontró ofensivo, sino que le resultó bastante divertido.
—¿Estás jugando conmigo? —La cara del Hermano Gato Negro se oscureció y una terrorífica intención de matar se filtró de sus ojos. Ya era suficientemente malo que Hao Jian lo insultara, y ahora se atrevía a tratarlo como a un mono.