—¡Ah! —Los ojos del Hermano Zhilin se revolvieron hacia atrás, su cara regordeta se contrajo incontrolablemente, y hasta sangre brotó de su boca; el golpe de verdad lo había lastimado severamente.
Después de eso, el Hermano Zhilin se desmayó.
Pero el Hermano Spice Ginger no dejó que nadie se detuviera, continuando ordenando que también mutilaran las manos y pies del Hermano Zhilin.
En este punto, el Hermano Spice Ginger se alejó y le dijo a Hao Jian —Jefe, hay algo que necesito informarle.
Hao Jian, naturalmente sabiendo a qué se refería el Hermano Spice Ginger, palmeó a Xiao Qiang y a la camarera en el hombro y dijo —Está bien, ustedes dos bellezas, por favor levántense. Tengo algo urgente que atender.
Xiao Qiang y la camarera se levantaron y caminaron hacia un lado.
Solo entonces el Hermano Spice Ginger habló —La cuestión que me pidió investigar ha progresado. Aunque no hemos encontrado a la mujer, hemos encontrado al hombre.