Vivian ya había recibido órdenes de tomar control de la situación y hacer que Hao Jian la temiera.
—¡Bien, bien, bien, te daré dinero, solo toma el dinero, cuánto quieres? —dijo Hao Jian impotente.
—¡Maldito dinero! —Vivian, llena de rabia, levantó el paquete del suelo, lo abrió, y dentro había un estuche exquisito de acero reforzado.
—¡Si detonas la bomba, tú tampoco podrás escapar! —le recordó Hao Jian.
—¡He venido aquí a morir contigo! —Vivian se burló fríamente.
Hao Jian se quedó atónito y exclamó:
—¡Estás completamente loca!
—¿Qué derecho tienes para decir eso? —replicó Vivian enojada, todos a los que Hao Jian había provocado provenían de familias prestigiosas, comparada con ella, realmente pensaba que Hao Jian era el verdadero loco.
—Esto es algo que desarrollé hace dos años. No es muy poderoso, ¡solo suficiente para demoler este edificio! —dijo Vivian con una risa helada, aparentemente muy complacida consigo misma.