—¡Viejo, creo que estás pidiendo la muerte! —El hombre con gafas se acercó directamente a ella y la pateó, derribando a la anciana de nuevo al suelo.
—¡Muere! —gritó Vivian, dispuesta a lanzarse, pero Hao Jian la detuvo.
—¡Déjame ir! —Los ojos de Vivian estaban desbordados de furia, rojos de ira. Había perdido la cordura; esa era su abuela, la única familia que tenía. Sin embargo, tenía que ver cómo la humillaban de esa manera. ¿Cómo no estar llena de resentimiento?
—¿Quieres matarlos, verdad? —preguntó Hao Jian fríamente.
—¿Y qué si quiero? ¿No merecen morir acaso? —Las cejas de Vivian se fruncieron, su rostro grabado con intención de matar. Luego, como si hubiera pensado en algo, se burló—. Por supuesto, no es tu abuela, así que no te importa.