En ese momento, en un bosque apartado del parque, una mujer delicada se sentaba en un banco, leyendo un libro bajo la luz de una farola.
Era entrada la noche, y una mujer leyendo allí resultaba muy inquietante.
—Chicos, miren a esa chica, está buenísima y, además, es extranjera. ¿Qué dicen? ¿Nos acercamos? —justo entonces, unos holgazanes con malas intenciones miraron a la mujer, con sus ojos llenos de lujuria.
Habían estado bebiendo y no esperaban encontrarse con una mujer extranjera sola a esas horas, no podían evitar entretener pensamientos pervertidos.
—¿Y si llama a la policía? —uno de ellos dijo con preocupación.
—Probablemente no lo hará. ¿No viste que es extranjera? Quizás ni siquiera habla bien chino, ¿cómo llamaría a la policía? Además, está tan oscuro que, incluso si llamara, ¿qué importa? ¿Nos reconocerían? —alguien respondió de inmediato.