—¡Mierda! ¿Quién se atreve a faltarme al respeto a mí, Ye Wenying, en Ciudad Capital?!
Viendo al gerente irse con sus dos guardaespaldas, la expresión de Ye Wenying seguía siendo desagradable. Su relación con Hao Jian no era precisamente buena, y ahora, debido a este incidente, había perdido prestigio frente a Hao Jian, lo que le hacía sentir tan mal como uno podría sentirse.
Por suerte, Hao Jian no dijo nada que pudiera enfurecer aún más a Ye Wenying en este momento; de lo contrario, Dios sabe si este tipo enviaría a gente a derribar este club nocturno.
Hao Jian miró a Ye Wenying con una sonrisa que no era del todo una sonrisa, pero ya había determinado en su corazón que este tipo definitivamente quería que las chicas del club lo acompañaran, y luego aprovechar la oportunidad para atraparlo en el acto. Al día siguiente, los titulares de los periódicos y las noticias de Ciudad Capital y Ciudad Hua girarían en torno a él, Hao Jian.