—¡Ah! —Al escuchar estas palabras, todo el mundo sintió como si un martillo pesado hubiera golpeado ferozmente sus corazones, llenándolos de desesperación. Madre Qiao, que había estado ansiosamente preocupada por su hija, sintió sus nervios estirados al límite. Ahora, al oír que la condición de su hija seguía siendo muy crítica, sintió una ola de mareos y casi se desmayó.
—¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? —doctor, por favor, debe hacer todo lo posible para salvar a mi hija. No importa el costo, no importa el gasto, su vida debe ser preservada —Aunque Padre Qiao apoyaba a su esposa, la angustiosa noticia casi lo empujó al borde del colapso.
—Tía, no se preocupe, mi prima tiene su propio destino bendecido, ¡no le ocurrirá daño! —Ning Jiuwei también se adelantó para apoyar a Madre Qiao, intentando consolarla suavemente.