Justo cuando Liang Fei y su grupo regresaban al campamento militar, Ye Cantian y otro comandante de confianza bajo el mando del Maestro Dao, Mo Xiao, estaban liderando una tropa, persiguiéndolos.
—¡Informe! —Mientras marchaban apresuradamente, un operador de telégrafo vino corriendo y entregó un telegrama a Mo Xiao.
—¿Qué? ¡Eso es exasperante! —Tras leer el telegrama, el rostro de Mo Xiao cambió y rugió fuertemente.
—¿Qué sucede? —preguntó Ye Cantian con expresión desconcertada.
—Liang Fei ha llevado a esas personas de vuelta aquí, y no solo eso, también ha hecho explotar uno de nuestros helicópteros. —Mo Xiao dijo furioso, y luego le pasó el telegrama a Ye Cantian.