—¡Quita tu mano! —El médico se encontraba señalando arrogantemente con su dedo a Liang Fei, la punta casi tocando la nariz de Liang Fei. La cara de Liang Fei era inexpresiva, pero las palabras que salieron de su boca eran más frías que el hielo en extremo frío.
—Niño, ¿qué pasa si no la quito? —Este médico era del tipo que se consideraba por encima de todos, siempre arrogante, despreciando a todos a su alrededor.
Ahora, viendo a Liang Fei, este niño, atreverse a hablarle con tal arrogancia, inflamó aún más su orgulloso comportamiento. No solo no retiró su mano, sino que también empujó su dedo aún más cerca, casi tocando los ojos de Liang Fei.
—Si no lo quitas, ¡te romperé el dedo! —Sin embargo, antes de que pudiera lucir su arrogancia por más tiempo, un grito como el de un cerdo siendo sacrificado brotó de su garganta.