Wen Zhong sabía que la otra parte era el dueño de la Granja Xianhu, ni siquiera había tiempo para admirarlo, mucho menos para discutir la calidad del té. Respondió rápidamente:
—Está bien, contactaré a algunos amigos fuera de la provincia y veré si puedo conseguirte algunos buenos esquejes.
Liang Fei suspiró secretamente de alivio, pensando que finalmente había logrado que el anciano diera el primer paso. Si no hubiera detenido la interminable charla sobre calidad de té, habría sido un total desperdicio de un día perfectamente bueno.
Wen Zhong marcó el teléfono y, tras murmurar un rato, se giró hacia Liang Fei y dijo:
—Tenemos esquejes, los mejores de los mejores. Los únicos problemas son el largo viaje y el timing que, tras todo el lío, podría comprometer la condición de los esquejes. Mi amigo mencionó que podríamos considerar el envío por avión; sólo tomaría uno o dos días, aunque sería algo costoso.
—No hay problema, ¡que dé una cotización! —acordó Liang Fei.