La risa siniestra de Ouyang Jieming hizo que el corazón de Cheng Antai se saltara un latido alarmado.
Aunque Cheng Antai siempre había sabido que Ouyang Jieming nunca lo toleraría, después de todo, lo había visto crecer. Incluso si no existiera el afecto familiar, debería haber algo de sentimiento entre ellos, ¿verdad?
Sin embargo, nunca había imaginado que Ouyang Jieming pudiera ser tan despiadadamente loco, cambiando de semblante tan rápido como pasar una página.
—Ouyang Jieming, ¿qué quieres hacer? ¿Quieres matarme?
Girándose lentamente, un rastro de asombro apareció en los ojos de Cheng Antai. Aunque había hablado valientemente hace un momento, enfrentando una crisis de vida o muerte, no pudo evitar sentir temores convencionales.
Era viejo, cuanto más tiempo permanecía en el Mundo Mortal disfrutando de riqueza y estatus, más temía la muerte.
Y Cheng Antai era un perfecto ejemplo de este tipo de persona.