Fuera de la villa de la Residencia Ouyang, había dos grandes perros lobo, no... Liang Fei reconoció a esos perros—eran Mastines Tibetanos, y de raza pura además. Parecía que eran más altos que una persona.
Aunque Liang Fei nunca había estado en contacto con estos perros, había escuchado que los Mastines Tibetanos eran muy feroces y también caros, dependiendo de la calidad del perro y el color de su pelaje. Los dos Mastines Tibetanos frente a él probablemente valdrían varios millones cada uno.
Se decía que estos perros podían literalmente devorar a una persona viva, y si se enfurecían, ni los leones ni los tigres podrían vencerlos.
Cheng Antai obviamente visitaba frecuentemente la Residencia Ouyang, ya que los dos Mastines Tibetanos no ladraron al verlo.
Sin embargo, Cheng Antai aún se mantuvo a distancia de ellos y evitó acercarse demasiado.
Cuando los dos Mastines Tibetanos vieron a Liang Fei, movieron sus colas como si lo reconocieran.