Liang Fei sintió un inmenso alivio. No solo Ji Gang finalmente se había rendido ante él, sino que también había recibido la licencia comercial. Todo estaba volviendo a la normalidad, y finalmente podía concentrarse en organizar los asuntos de la sede.
Las verduras cultivadas en la Mansión Xianhu ya habían ingresado a varios mercados, y una cantidad considerable de cadenas hoteleras y algunos grandes restaurantes de la provincia habían firmado contratos con Liang Fei.
Recientemente, habían vendido más de diez toneladas de verduras, y la retroalimentación del mercado era muy positiva; los productos de la Mansión Xianhu eran una garantía de calidad.
La renovación de la división corporativa estaba casi terminada, y la empresa ahora tenía una apariencia impresionante.
Un día, mientras Liang Fei revisaba unos documentos, Xiao Mengyi irrumpió de repente. Liang Fei notó que sus ojos estaban rojos, como si hubiera estado llorando.