En el momento en que sus puños se conectaron, el rostro del Anciano Gong experimentó un cambio dramático.
Apenas un segundo antes, había pensado que podía matar a este joven imprudente con un solo golpe.
Pero en el siguiente segundo, entendió por qué Zhou Yu había permanecido impasible de principio a fin.
La potencia de los puños del joven era aterradora.
En ese instante, el Anciano Gong sintió como si no estuviera enfrentándose a un joven en sus veintes, sino más bien a un practicante del Reino Santo de Refinamiento Corporal.
Y no uno cualquiera.
Al menos, era un experto aterrador por encima del Reino Santo Medio del Reino Santo de Refinamiento Corporal.
En ese momento, el Anciano Gong se dio cuenta de que no era rival para Zhou Yu.
Su reacción inmediata fue retirarse.
Sin embargo, la fuerza aterradora transmitida desde el puño de Zhou Yu fue como una inundación rompiendo una presa, vertiéndose en su cuerpo.