—Señor Sima, me temo que su condición no parece optimista.
An Jinhua no notó la expresión anormal en el rostro del anciano. Había preguntado el nombre simplemente por cortesía, y tras recibir la respuesta del anciano, asintió solemnemente.
—Divino Doctor An, ¿cómo está la condición de mi padre? Por favor, debe curar a mi padre. Mientras la enfermedad de mi padre sea curada, estoy dispuesto a pagar cualquier cantidad.
La actitud del hombre de mediana edad se volvió tensa al escuchar las palabras de An Jinhua, y habló con ansiedad.
—Anciano An, tengo cierto entendimiento de mi condición. Hable francamente, y en cuanto al tratamiento, proceda como considere. Estoy preparado para todo —dijo el anciano, lanzando una mirada de reproche a su hijo antes de volverse hacia An Jinhua, con una expresión calmada y resignada en su rostro.