Unos días más tarde, Layla le entregó su carta de renuncia a su padre, renunciando formalmente como directora del Grupo Rosenzweig. Dario, sentado detrás de su gran escritorio de roble, recibió la carta con el corazón apesadumbrado.
—He publicado ya un comunicado para la prensa, reconociéndote como mi hija legítima —dijo Dario tras un momento de silencio.
Layla parpadeó sorprendida. —No esperaba que hicieras eso, Papá —admitió.
Dario suspiró, pasando una mano sobre su cabello canoso. —Debí haberlo hecho hace años. Lamento haber tardado tanto. Y hay más—me he asegurado de que recibirás la mayor parte de la herencia en el testamento. He finalizado todo. Layla, realmente lamento todo lo que has sufrido. Hubiera podido detenerlo todo, pero no lo hice —sus palabras estaban llenas de pesar, su expresión era de profundo arrepentimiento.