Quemaría el mundo por ti

Demitri se paró frente al espejo, aplicando suavemente ungüento sobre los moretones que manchaban su piel. Lucio no había hablado con él adecuadamente desde aquel día y eso le molestaba.

—Tiene todo el derecho de estar molesto conmigo —murmuró Demitri para sí mismo antes de suspirar profundamente y bajar las escaleras para desayunar.

Mientras el aroma del café recién hecho llenaba la cocina, Demitri preparaba una comida sencilla. A mitad de su tostada, su teléfono vibró en la encimera. Dejando la taza de café a un lado, tomó el dispositivo y leyó el mensaje que aparecía en pantalla:

—Ven a la oficina. No está relacionado con el trabajo.

Una sonrisa tenue tiró de sus labios. Así que al final sí se está poniendo en contacto. Con una energía renovada, Demitri terminó rápidamente su desayuno, se vistió y salió.