Carlo no se detendrá

Lucio se inclinó hacia adelante, sus rasgos afilados endureciéndose mientras fruncía el ceño con fuerza y apretaba la mandíbula. Su voz llevaba un filo de ira al hablar.

—¿Y exactamente qué creías que ganarías de Carlo? ¿Estás loca, Sylvia? ¡Entraste directamente en el territorio de ese bastardo traidor que traicionó a tu hermano! ¿De verdad creíste que te daría alguna información valiosa? —Su frustración era palpable, pero Sylvia mantenía la mirada baja, su expresión tranquila e inescrutable.

Layla se movía inquieta en su asiento, tentada de intervenir y pedirle a Lucio que bajara el tono de su regaño, pero se contuvo. Sylvia necesitaba entender las consecuencias de sus acciones, y Layla silenciosamente estuvo de acuerdo en que era una lección que valía la pena enseñar.

Sin inmutarse por el reproche de Lucio, Sylvia finalmente levantó la cabeza y respondió con voz firme —Carlo sí me dio información. Y me costó diez millones de dólares.