Acabado con Ivy

Roderick sorbía su café, su mente repasando el inquietante incidente del día anterior. La sensación de ser seguido por alguien persistía como una sombra, rehusando abandonar su mente.

Frunció el ceño, debatiendo si comentarlo con su tío. —¿Debería decírselo? —murmuró—. Pero si lo hago, podría exagerarlo.

Suspiró, dejando su teléfono sobre la mesa. Justo cuando su mano dejó el dispositivo, este vibró. La pantalla se iluminó con un nombre familiar: Elliot.

Las cejas de Roderick se juntaron en confusión. —¿Por qué me llama ahora? —murmuró, observando el nombre parpadeante.

Tras una breve pausa, deslizó para contestar.

—¿Podemos encontrarnos, Rick? —La voz de Elliot se escuchó, omitiendo los saludos habituales.

Roderick parpadeó, momentáneamente sorprendido. —Eh—claro —dijo, tratando de ocultar su sorpresa.

—La Bella Roma. En una hora —dijo Elliot con brusquedad antes de terminar la llamada.