Mantén la calma

—Soy hijo de Alekis De Salvo —dijo Lucio, clavando su mirada en el Zar.

Luca estaba impactado al enterarse de que Lucio era hijo de Vladimir. Según su conocimiento, Vladimir solo tenía un hijo, el Zar Romanov.

—Dime, ¿por qué mataste a Matteo? ¿Por qué a él? —preguntó Lucio.

—Nunca te diré la verdad —el Zar escupió, negándose a pronunciar una sola palabra sobre la muerte de Matteo.

La mandíbula de Lucio se tensó, su paciencia se estaba desgastando peligrosamente. Sus ojos ardían con una furia apenas contenida mientras se acercaba un paso más. —Disfrutaste matándolo, ¿verdad? —exigió con una mirada fría.

Una sonrisa torcida se esparció en los labios del Zar. —Sí —admitió sin vacilar—. Sus ojos me rogaban que lo perdonara. Matteo no quería que supiéramos sobre ti. Si ese hijo de puta solo me hubiera dicho que eras mi hermano, seguiría vivo. Inclinó su cabeza, evaluando la reacción de Lucio, deleitándose con el dolor que cruzaba su rostro.