—Revisaré mi agenda y te lo diré mañana. ¿Te parece bien? —preguntó Ivy.
—Maravilloso —respondió Roderick, una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios.
Mientras hablaba, su mirada se desvió a su boca, donde quedaba un leve rastro de chocolate.
Ajena a su mirada persistente, Ivy exhaló suavemente. —Quemé todos los recuerdos que tenía con Elliot —admitió—. Todo del pasado… se fue. ¿Y sabes qué? Realmente me siento más ligera y parece que un gran peso se ha levantado de mi pecho.
Roderick se recostó ligeramente. —Así que finalmente estás superándolo —reflexionó entendidamente.
—Sí. Y hay una noticia más buena —dijo Ivy, una sonrisa lenta formándose en sus labios.
Roderick se inclinó ligeramente hacia adelante, intrigado. —¿Cuál es? —preguntó, sus ojos llenos de curiosidad.
—El negocio de mi padre finalmente ha sido rentable —anunció Ivy, su tono lleno de alivio y orgullo.