La noche siguiente, Danika se plantó frente al calabozo de Vetta. El guardia pasó apresurado a su lado, el sonido de las llaves abriendo un cerrojo llenó el aire, seguido por el sonido de un pestillo muerto abriéndose.
Ella asintió en señal de agradecimiento, el guardia la reconoció antes de apresurarse a salir de la celda. Miró a su alrededor con tristeza, sujetando con fuerza la comida envuelta en su mano.
No puede creer que hayan pasado cuatro meses desde que salió de este lugar. Siente como si hubieran pasado eones.
Sus ojos se toparon con las familiares paredes de piedra. Había una luz procedente del interior del calabozo, lo que indicaba que alguien estaba allí. En otras ocasiones, la bombilla está apagada.
Por un momento, se deleitó recordando la primera vez que estuvo en este lugar. Su mano tocó su collar distraídamente...