—Así que el Rey Cone envió a dos mujeres para matarme, primo. Una me mató. La otra me salvó la vida —Entonces, Declan se acercó a ella y la atrajo hacia sus brazos.
—Gracias por salvar mi vida, Anarieveta —Declan gimió en su cabello.
—Gracias p-por seguir vivo —Vetta lloró—. No tienes idea de c-cuánto... cuánto me has ayudado ahora.
Él continuó:
—Todos estos años, he tenido destellos de nuestro tiempo en esa jaula... y mis últimos momentos. Sentí tanto odio hacia ti —admitió—. Mis recuerdos estaban todos revueltos. Recuerdo una traición de una mujer que ha tomado castigos por el Rey. Recuerdo a la mujer apuñalándome.
Luego Declan se apartó y la miró:
—Pero al entrar en los límites de Salem y mis recuerdos me recibieron, mi corazón te liberó. Recordé entonces plenamente que fue la criada —Talia— quien posee esa rabia y odio.
—Habría sido un desastre para mí si tus recuerdos no hubieran vuelto... —Fue una broma, pero salió llorosamente.