En Salem, una lluvia muy fuerte estaba golpeando el suelo duramente. Los habitantes de Salem no se molestaban en buscar refugio, en cambio, la gente se veía bajo la lluvia bailando y cantando de felicidad.
En la torre del dormitorio de Baski, Remeta y Corna tenían unas sonrisas enormes, llenas de tanta alegría. Remeta corrió desde el dormitorio hacia el del Príncipe Declan.
Declan estaba en la cama con su Princesa, sonriendo con asombro mirando por la ventana al furioso tamborileo de la lluvia y sus ruidos zumbantes. Al llamar Remeta a la puerta, él se vistió, corrió a la puerta y la abrió de golpe.
—¡El Príncipe está aquí! ¡El príncipe ha llegado! —gritó Remeta emocionada. Estaba bailando con el niño pequeño del que tanto había escuchado, llamado Corna.
—Declan no los discutió porque estaba al tanto de sus ojos espirituales. —¿De verdad? ¿Él trajo la lluvia?
—Asintieron enérgicamente, sonriendo hacia él.