Dante se levantó en cuanto Silver se fue.
—¿A dónde vas, hijo? —preguntó Pedro.
—Voy a comprobar si está bien —Dante responde y sin dudarlo, corre tras ella.
—Y yo estaré en mi habitación —dijo Lorenzo mientras se limpiaba la boca con la servilleta antes de levantarse y retirarse.
Dante apagó la luz y cerró la puerta silenciosamente en cuanto llegó a la cocina. Su primer paso fue asustarla, y estaba funcionando.
—¿Quién es? —la oyó preguntar tremendamente. —Lorenzo, si eres tú, juro que... —no pudo terminar sus palabras cuando escuchó un fuerte golpe y rápidamente corrió a encender las luces.
—¿Estás bien? —Dante preguntó mientras se apresuraba hacia ella después de encender la luz. Se había golpeado el estómago contra el gabinete de la cocina. —Lo siento —se disculpó mientras la observaba acariciar su estómago para aliviar el dolor.
—Lo siento no me ayuda —dijo Silver enojada y siseó.