Llegaron a la casa de la familia de Dante cinco horas después de un largo viaje. Ambos salieron del coche y para Silver fue sorprendente descubrir que Dante no era quien ella pensaba. La casa era demasiado cara para alguien como él.
—¿Esta es realmente tu casa? —preguntó Silver para confirmar que no estaban en la casa equivocada.
—Por supuesto que sí. ¿No te gusta?
—Sí, me gusta...
—Vamos, entremos —Dante tomó sus manos y la guió hacia su casa. Silver se sentía nerviosa porque era la primera vez que iba a encontrarse con los padres de Dante. Él abrió la puerta de la casa y Silver contuvo el aliento cuando entró. Esta casa era la definición de lujo. Se giró, admirando la casa hasta que llegaron a la sala de estar y encontraron a una mujer de mediana edad sentada en el sofá.
—Madre —Dante se inclinó para besar a su madre en la mejilla antes de levantarse—. Esta es Silver, la mujer de la que te hablé. Es mi prometida —dijo y la mujer levantó la mirada para observar a Silver.