Ella cerró el libro de golpe y lo empujó lejos, girándose hacia Eli, quien ya había entrado en la habitación con una llave.
—¿No se suponía que debía estar en su estudio? ¿Trabajando con todos esos pergaminos que había acumulado para él? Eran tantos que la había invitado a ayudar.
—Ah, por Ignas, no había escapatoria de este hombre.
—Es un diseño. Lo haré por mi cuenta. —Su voz se desvaneció en un susurro cuando él estaba a apenas un paso de ella. Su corazón latía salvajemente en su pecho porque el libro todavía estaba al alcance.
—Deberías llevarte lo que necesites de aquí. Te prepararé un estudio en mi piso. —Su mirada cayó sobre el libro que ella tenía la mano presionada—. Leámoslo juntos.
—¡No!
—Él parpadeó, tratando de entender qué significaba eso exactamente.
—¿Otra distancia en su relación o solo una broma ligera?
—Con un movimiento rápido, la cargó y la sentó en la mesa del tocador, con sus muslos ligeramente separados para acomodar su intrusión.