—Niña tonta —La Bruja del Alma rechinó los dientes pero antes de que pudiera hacerse nada, Belladonna se tambaleó hasta ponerse de pie y arrastró la rama húmeda que había agarrado del charco de lodo frente a ella, a través de la cara de la Bruja.
—¿Qué iba a hacer un pedazo mojado de rama?
Pero estaba desesperada por luchar y usaba cualquier cosa que pudiera agarrar.
Su vista estaba borrosa, sus cálculos podrían haber sido erróneos, pero algo había pasado en ese momento.
Sintió la atracción y finalmente, estaba en su mente inconsciente.
Las olas estrellándose.
La brisa tranquila.
La playa.
—Necesitas despertar —La voz de Alaris cortó sus pensamientos, los gritos de la Bruja por su ataque resonando en sus oídos.
Su respiración era rápida y tuvo que parpadear un par de veces mientras ponía una mano en su pecho para estabilizar su respiración.
Click.
—El bebé... —miró a su alrededor, dándose cuenta de que no había venido aquí con el niño—. Tenemos que volver por él.