La vida como mujer torre había sido dura para Taria. Noche y día era azotada por deshonrar su feminidad y traer vergüenza a su familia. Su castigo era incluso peor que los de las demás, porque había intentado escapar la noche en que iba a ser llevada a la torre.
Ni siquiera recordaba mucho de esa noche, todo lo que podía recordar era que en un momento se había encontrado en la cueva con una mujer extraña y esqueletos corriendo hacia ellas, alrededor de ellas.
Se había sentido tan real, pero cuanto más lo pensaba, más se convencía de que su tristeza la había vuelto delirante y que había imaginado todo.
Pero la Cueva de Badura había sido violada esa noche y esto hacía que todo fuera realmente confuso.
Su madre venía todos los días como había prometido. Por eso, cuando su madre vino a verla ayer, llorando excesivamente, no pensó nada de ello.
Su madre siempre lloraba durante sus visitas.
Pero no.