Advertencia de desencadenantes —Ni siquiera puedo decir que sea gore, pero se pone... bueno.
Las puertas de la mazmorra fueron abiertas de golpe y los desafortunados prisioneros, elegidos.
Entre ellos había un bebé recién salido del vientre de su madre, aún bañado en sangre, sus llantos de recién nacido llenando la noche muerta y la mazmorra pestilente.
Débil y forzada a agacharse por los dolores del posparto, su madre rogó que la bruja del Rey la llevara en su lugar.
Sus ciegos ojos plateados enviaron escalofríos por la espalda de la nueva madre, la luz roja ligeramente brillante en su frente, aterradora. La bruja se alzaba sobre ella y si no fuera porque valoraba más la vida de su bebé que la suya propia, se habría rendido a la derrota, huyendo a pesar del dolor que sentía.
Sus largos dedos recorrieron el lado de su rostro, sus largas uñas rojas pulidas presionando levemente contra su piel sucia, sudorosa y manchada de lágrimas, mientras le ofrecía una sonrisa deslumbrante.