—Reunirse con las brujas que Seb había llevado a la Capital había sido improductivo para Belladonna.
Ninguna de ellas podía ayudarla a deshacerse de la magia. Había contemplado la idea de que la enseñaran a controlarla, pero tampoco pudieron hacerlo.
Sus poderes les resultaban extraños, y se agitaban dentro de ella. Los espíritus de las novias fantasma que venían con esta "maldición" no lo hacían nada fácil.
Aún podía escuchar sus voces haciéndose cada vez más fuertes si había demasiada distancia entre ella y la gema de Alaris o él mismo.
Esta maldición mantenía limitados sus movimientos al castillo, y todos sus planes de visitar esos pueblos con costumbres estúpidas tuvieron que posponerse. Sin embargo, había entregado algunos pergaminos sobre el asunto a Alaris, y aunque no estaban hablando, esperaba que los revisara y hiciera lo que fuera necesario.