Jazliy los había llevado a la cocina sin ningún problema. Parecía que no era la primera vez que hacía esto. Qué pequeña ladrona. Rápidamente sacaron el ñame frito envuelto en hojas de la olla y empezaron a comer. Jazliy decía que era mejor para ellos comerlo allí que llevárselo, por miedo a encontrarse accidentalmente con AbuelaMami. Susurraban y reían lo más silenciosamente que podían sobre la cálida comida, tratando de hacer sus acciones tan silenciosas como ratas furtivas.
Sin embargo, pronto, Jazliy tuvo que salir a orinar.
—No te preocupes, volveré. Si veo a AbuelaMami, silbaré. Estén atentos y escóndanse.