—¿Cómo fue tu viaje? Espero que el camino te haya favorecido. ¿Qué te gustaría comer? ¿Beber? ¿Debería prepararte un baño fresco? Oh, querida hermana, cuéntame de tus angustias y qué necesitas para aliviarte. ¡Cuéntame todo!
Aniya estaba demasiado feliz de verla, al menos eso era lo que parecía —sonaba.
No se quitaría el velo por nada del mundo, y eso confirmó las sospechas de Belladonna de que el fuego había dejado cicatrices a su hermanita.
La belleza de Aniya era algo que siempre había atesorado, perderla debe ser doloroso.
Belladonna no podía imaginar el dolor y tensión que debía haberle causado tanto física como mentalmente.
No había manera de que Aniya fuera tan acogedora con ella con todo lo que le había pasado, ¡esto tenía que ser una fachada!