Phinix

Cada año, en cada uno de los siete pueblos que formaban el gran Reino de Ignas, se llevaba a cabo un Ritual de Elección. Durante este Ritual de Elección, una de las damas del pueblo era escogida para ser la novia del temido Rey Dragón.

Nadie sabía exactamente por qué se realizaba el ritual cada año o qué les sucedía a las novias que habían sido escogidas en el pasado.

¿Las convertía en esclavas?

¿Las alimentaba a su dragón?

O ¿se alimentaba de ellas?

Eso no se podía descartar. Después de todo, había rumores de que el rey no era como ellos, que no era humano.

Sin embargo, la pregunta atormentaba incansablemente el corazón del pueblo.

¿Para qué las utilizaba?!

Pero no se atrevían a cuestionar al Rey, temiendo qué destino les esperaría si se atrevían a desafiarlo.

De todos modos, nada de esto era asunto de Belladonna. Aunque era el turno de su pueblo de producir una novia ese año, estaba segura de que no sería elegida.

¿Por qué?

Bueno, porque tenía un plan y estaba absolutamente segura de que no le fallaría... ¿O sí?

La Novia Elegida del Rey Dragón

Advertencia de contenido - Duelo. (Por favor, lea con precaución, este capítulo contiene un tema muy sensible.)


Había una dama con una túnica blanca fluida, cabello plateado largo y una daga cubierta de sangre clavada en su estómago con su mano sobre ella. Extendió su otra mano hacia Belladonna y susurró algo en un idioma que parecía entender a pesar de nunca haberlo escuchado antes.


La mano de Belladonna sostuvo la mano extendida de la dama, algo surgió en ella con su contacto y despertó. Estaba empapada de sudor, su corazón latía frenéticamente y su respiración era rápida y entrecortada.


Estaba oscuro y la habitación en la que se encontraba estaba iluminada con una linterna. También había personas en la habitación, de pie a ambos lados de ella.


—Estás despierta —dijo Zesika, a quien reconoció en esta habitación—. ¿Cómo te sientes?


Belladonna entreabrió los labios para hablar, pero lentamente frunció el ceño al recordar todo. Lágrimas llenaron sus ojos.


Capítulo 95 - El dolor de un desconocido