Capítulo 40 - Solo Respuestas

Aniya frunció el ceño, escondiéndose de una tienda a otra, mientras se movía para acercarse y averiguar sobre las discusiones que se llevaban a cabo en la tienda.

Probablemente se trataba de un ataque, una información que vendería al precio de la libertad suya y de su hijo.

—No podemos seguir haciendo esto —Ula protestó en un susurro bajo.

—Prometido… si gano.

Aniya sonrió, contenta de que finalmente pudiera escucharlos y esperando que estuvieran demasiado ocupados para notar su sombra inmóvil.

Con suerte, la tienda era lo suficientemente gruesa para ocultar eso.

—Habrá consecuencias si lo descubren.

—Nadie lo sabrá —dijo una voz ronca.

Hubo un susurro. Movimientos. Luego sonidos apagados que Aniya conocía muy bien.

Aniya puso los ojos en blanco.

Por Ignas, esto era decepcionante.