Wilson la acompañó hasta el camerino.
Era un cuarto estrecho de menos de veinte metros cuadrados, donde tres o cuatro docenas de jóvenes y bonitas modelos de autos tenían que maquillarse y cambiarse de ropa. Con otros miembros del personal entrando y saliendo, la habitación estaba abarrotada.
Emily frunció el ceño. Parecía que el trabajo de hoy estaba destinado a ser un desafío.
—Jackson está aquí —susurró Wilson.
Emily se giró, finalmente consiguiendo una buena mirada a Jackson.
Él no vestía traje y corbata. En cambio, llevaba simplemente una chaqueta de cuero negro sobre un chaleco negro, ajustados a su pecho y abdominales, delineando perfectamente su físico musculoso. Abajo, llevaba jeans sueltos con un emblema de calavera pintado en los bolsillos.
No parecía un jefe.
Pero era quien firmaba sus cheques. Emily se tocó la nariz, bajó la cabeza y siguió detrás de Wilson, tratando de que Jackson no la viera.