—Sal —dijo.
—¡Estás loca! ¡Emily, estás realmente loca! —Sophia, apenas capaz de hablar del miedo, tartamudeó.
—Sí, estoy loca. Debería estarlo —Emily respondió, ya agarrando una barra larga.
—¿Qué vas a hacer? —Sophia palideció.
—Voy a hacerte pagar por lo que hiciste hoy —dijo Emily, haciendo gestos con la barra metálica sobre su cabeza.
—¡Ayuda! —Sophia empujó a Emily y corrió hacia la puerta.
Con un golpe, la puerta de la sala fue abierta a patadas.
Nathan entró corriendo y protegió a Sophia en sus brazos. Emily se abalanzó con la barra contra su espalda.
Nathan inmediatamente agarró la barra y la lanzó a un lado.
—Nathan, sálvame, ella me va a matar... —Sophia se aferró a Nathan, llorando.
—Sophia está embarazada. Su hijo también es tu familia. ¿La odias tanto? —Nathan, con expresión severa, miró directamente a Emily.