209 La enfermedad de Meggie

—Solo hueles a sándalo y tus labios están un poco pálidos, así que supongo que no has comido nada hoy —se inclinó hacia Meggie, olió ligeramente y rió Emily.

—Eres muy perspicaz. Recientemente, no he tenido mucho apetito. No puedo comer nada, no quiero comer y a veces siento náuseas. Así que, simplemente dejé de comer —rió alegremente Meggie.

—Deberías cuidar tu salud. No tienes ganas de comer todos los días, y el chef te prepara comidas diferentes cada día. Pero o no comes o comes muy poco. Esto no es bueno para tu salud —lucía preocupada y suspiró Bella.

—Ah, te preocupas demasiado por mí. Conozco mi cuerpo. No siento hambre, así que no quiero comer —dijo Meggie, echando un vistazo a Sophia. Ella seguía ahí, parada con la cabeza agachada, mirando al suelo, con el rostro pálido y la mandíbula apretada.

—Srta. Morgan —llamó Meggie.

—¿Srta. Morgan? —Sophia no se dio cuenta de que se refería a ella. Siguió de pie con la cabeza baja, perdida en sus pensamientos.