255 Dibujando la Línea

El conductor recogió el reloj y lo examinó bajo la luz del sol, frunciendo el ceño. —¿Cómo sé si esto es real o falso?

—¡No puede ser falso! ¡Lo compramos en una boutique! No digas tonterías si no sabes nada —Sophia lo fulminó con la mirada.

El conductor sonrió con suficiencia. —¿No puedes ni siquiera pagar la tarifa del taxi, pero afirmas tener un reloj de treinta mil dólares? Cualquiera puede inventar historias. Los estafadores hoy en día son más sofisticados. ¿Qué tiene de malo que lo cuestione?

—¡No tientes tu suerte! ¡Ya hemos hecho una gran concesión!

El conductor rió. —Si lo pones de esa manera, realmente necesito llegar al fondo de esto hoy. No quiero este reloj. Devuélvelo. Debes darme efectivo hoy. Solo acepto efectivo. Sin él, ¡no te vas!

—Tú... —los ojos de Sophia se enrojecieron de ira—. ¡Solo eres un sinvergüenza!