354 La Explicación

Las manos de Penélope eran ligeramente ásperas. En especial las palmas, que parecían secas con líneas visibles. Reposando en su palma había una horquilla negra con lazo—un estilo antiguo y común que parecía un poco desgastado y flojo, mostrando claras señales de uso.

Satanás frunció el ceño pero no se movió.

Penélope levantó una ceja ligeramente. —¿No es esto de Emily? ¿Ya no lo quieres?

Satanás se mantuvo cauto. —¿Cómo puedo estar seguro de si lo cambiaste o no? De repente apareces hoy y me encuentras en el Hilton. ¿Qué es lo que realmente buscas?

Penélope sonrió, retractando la horquilla y sosteniéndola en su mano. —Todavía no confías en mí, Simón. ¿Es que no confías en nadie más que en Emily en este mundo?

—Confío en muchas personas, pero tú no estás entre ellas —dijo Satanás fríamente y con decisión—. Penélope, he sido claro sobre mi posición. Sabes la elección que tienes que hacer. No necesito decírtelo.